Los modelos de autenticación biométrica basados en patrones oculares se
dividen en dos tecnologías diferentes: o bien analizan patrones retinales,
o bien analizan el iris. Estos métodos se suelen considerar los más
efectivos: para una población de 200 millones de potenciales usuarios la
probabilidad de coincidencia es casi 0, y además una vez muerto el individuo
los tejidos oculares degeneran rápidamente, lo que dificulta la falsa
aceptación de atacantes que puedan robar este órgano de un cadáver.
La principal desventaja de los métodos basados en el análisis de patrones
oculares es su escasa aceptación; el hecho de mirar a través de
un binocular (o monocular), necesario en ambos modelos, no es cómodo para los
usuarios, ni aceptable para muchos de ellos: por un lado, los usuarios no
se fían de un haz de rayos analizando su ojo9.3, y por otro un examen de este
órgano puede revelar enfermedades o características médicas que a
muchas personas les puede interesar mantener en secreto, como el consumo de
alcohol o
de ciertas drogas. Aunque los fabricantes de dispositivos lectores aseguran que
sólo se analiza el ojo para obtener patrones relacionados con la
autenticación, y en ningún caso se viola la privacidad de los usuarios,
mucha gente no cree esta postura oficial (aparte del hecho de que la
información es procesada vía software, lo que facilita introducir
modificaciones sobre lo que nos han vendido para que un lector realice otras
tareas de forma enmascarada). Por si esto fuera poco, se trata de sistemas
demasiado caros para la mayoría de organizaciones, y el proceso de
autenticación no es todo lo rápido que debiera en poblaciones de usuarios
elevadas. De esta forma, su uso se ve reducido casi sólo a la
identificación en sistemas de alta seguridad, como el control de acceso a
instalaciones militares.
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© 2002 Antonio Villalón Huerta